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Éticamente habían llegado a la conclusión de que la supremacía del hombre sobre los animales inferiores no significaba que los primeros debieran depredar a los segundos, sino que los superiores debían proteger a los inferiores, y que debía haber ayuda mutua entre ambos como entre hombre y hombre. También habían sacado a la luz la verdad de que el hombre no come para disfrutar, sino para vivir.