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Muy bien, pero recuerda esto... Te estaré mirando cuando estés tendido en la cruz y los doce golpes caigan sobre tus miembros. Cuando la multitud se canse por fin de tus gritos y se vaya a casa, subiré a través de tu sangre y me sentaré a tu lado. Te miraré profundamente a los ojos... y gota a gota gotearé mi repugnancia en ellos como ácido ardiente hasta que... finalmente... perezcas.