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La gente cree que hablar es un signo de pensar. No lo es, en la mayoría de los casos; al contrario, es una evasión mecánica del cuerpo para liberarse de la tensión de pensar, del mismo modo que ejercitar los músculos ayuda al cuerpo a ser temporalmente inconsciente de su peso, su dolor, su cansancio y el presentimiento de su perdición.