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Una vez un gorrión se posó un momento en mi hombro, mientras cavaba en el jardín de un pueblo, y sentí que me distinguía más por esa circunstancia que por cualquier charretera que hubiera podido llevar.
Una vez un gorrión se posó un momento en mi hombro, mientras cavaba en el jardín de un pueblo, y sentí que me distinguía más por esa circunstancia que por cualquier charretera que hubiera podido llevar.