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  • Por lo tanto, como siempre, hagan de esta voz lo que elijan hacer de ella. Haced de mí lo que queráis, pero reconoced en vosotros mismos la vitalidad de vuestro ser. Y no miréis a ningún hombre ni a ninguna idea ni a ninguna mujer ni a ningún dogma, sino a la vitalidad de vuestro propio ser, y confiad en ella. Y de lo que ofende a vuestra alma, apartaos, pero confiad en vosotros mismos.