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Antes de que nacieras, tus padres no eran tan aburridos como ahora. Se pusieron así de pagar tus facturas, limpiar tu ropa y escucharte hablar de lo guay que te creías. Así que antes de salvar la selva tropical de los parásitos de la generación de tus padres, prueba a despiojar el armario de tu propia habitación.