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Los hombres y mujeres que entregan sus vidas a Dios descubrirán que Él puede hacer mucho más de sus vidas que ellos mismos. Él puede profundizar sus alegrías, expandir su visión, agilizar sus mentes, fortalecer sus músculos, levantar sus espíritus, multiplicar sus bendiciones, aumentar sus oportunidades, consolar sus dolores y derramar paz.