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  • Mientras le observaba, comprendió la calidad de su belleza. Cómo su trabajo le había dado forma. Cómo le había moldeado la madera. Cada tablón que cepillaba, cada clavo que clavaba, cada cosa que hacía lo moldeaba. Había dejado su impronta en él. Le había dado su fuerza, su gracia flexible.

    Arundhati Roy (2002). “The God of Small Things”, p.334, Penguin Books India