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Dime la palabra que te ganará, y yo la pronunciaré. Hablaré de las estrellas del cielo como una corona para tu cabeza; hablaré de las flores del campo como un manto; hablaré de la corriente que corre como una melodía para tus oídos y de las voces de mil alondras para cantarla; hablaré de la suavidad de la noche para tu cama y del calor del verano para tu manto; hablaré del brillo de la llama para iluminar tu camino y del lustre del oro para que brille en tu sonrisa; hablaré hasta que la dureza que hay en ti se derrita y tu corazón sea libre.