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Dijo que sabía que estábamos a salvo contigo, y que siempre lo estaríamos, porque una vez, cuando te lo pidió, habías renunciado a lo que más querías". Archer recibió esta extraña comunicación en silencio. Sus ojos permanecían fijos en la plaza iluminada por el sol, bajo la ventana. Por fin dijo en voz baja: "Ella nunca me lo pidió.