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Hay dos cosas que me animan a dar. Una es que he llegado a considerar a todas las personas con las que tengo contacto como pacientes de urgencias. Veo muchas heridas abiertas y expresiones aturdidas. O, como dijo Marianne Moore: "El mundo es el hogar de un huérfano". Y esto me parece más cierto que casi cualquier otra cosa que conozca. Pero a muchos de nosotros nos puede aliviar la escritura: piensa en cuántas veces has abierto un libro, has leído una línea y has dicho: "¡Sí!". Y yo también quiero dar a la gente esa sensación, de conexión, de comunicación.