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Cristo es el Maestro; las Escrituras son sólo el siervo. La verdadera manera de probar todos los Libros es ver si obran la voluntad de Cristo o no. Ningún Libro que no predique a Cristo puede ser apostólico, aunque Pedro o Pablo fueran sus autores. Y ningún Libro que predique a Cristo puede dejar de ser apostólico, aunque Judas, Ananías, Pilato o Herodes fueran sus autores.