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  • Debemos renunciar a nuestra observación pasiva del mundo exterior; podemos abrir la puerta al mundo que queremos. Al comprendernos a nosotros mismos, llegamos a comprender el mundo. Al permitirnos sanar, nos convertimos en sanadores del mundo. Al rezar por la paz, nos convertimos en portadores de paz. Así hacemos realidad el poder que llevamos dentro para remediar las heridas psíquicas de la humanidad.