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Cada vez que veo una fotografía de algún deportista sonriendo ante su presa, siempre me impresiona la sorprendente superioridad moral y estética del animal muerto sobre el vivo.
Cada vez que veo una fotografía de algún deportista sonriendo ante su presa, siempre me impresiona la sorprendente superioridad moral y estética del animal muerto sobre el vivo.