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  • Porque, niños de diez años del mundo, no deberíais creeros lo que os dicen vuestros profesores sobre vuestra belleza, singularidad y unicidad. O créetelo, copito de nieve, pero que sepas que no servirá de nada hasta después de la pubertad. Es la ley perdida de Newton: cualquier cosa que te haga único más tarde hará que te roben la leche con chocolate y te ennegrezcan el ojo de niño. ¿Verdad, Sebastian? Oh, sí, así será, mi pequeño amigo que aprende chino mandarín, recita poemas y usa zapatillas altas. Dios te bendiga, dondequiera que estés.

    Sloane Crosley (2012). “I Was Told There'd Be Cake”, p.60, Portobello Books