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Pensemos en la araña viuda negra. Es una pequeña bestia tímida, útil y, para mi gusto, el más bonito de los arácnidos, con su acabado brillante de charol y su marca de reloj de arena rojo. Pero el pobre tiene la fatal desgracia de poseer demasiada potencia para su tamaño. Así que todo el mundo la mata nada más verla.