-
Hay amigos con los que no compartimos intereses ni experiencias particulares, amigos con los que nunca mantenemos correspondencia, con los que rara vez nos encontramos y sólo por casualidad, pero cuya existencia, sin embargo, tiene para nosotros un significado especial, aunque extraño. Para mí, la Torre Eiffel es uno de esos amigos, y no sólo porque sea el símbolo de una ciudad, ya que París no me da ni frío ni calor. La primera vez que me di cuenta de este apego mío fue cuando leí en el periódico sobre los planes para su demolición, cuya mera idea me llenó de alarma.