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Una frase empieza como un viajero solitario que se adentra en una ventisca a medianoche, ladeándose contra el viento, con un brazo protegiéndose la cara, los faldones de su fino abrigo ondeando detrás de él.
Una frase empieza como un viajero solitario que se adentra en una ventisca a medianoche, ladeándose contra el viento, con un brazo protegiéndose la cara, los faldones de su fino abrigo ondeando detrás de él.