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Bienaventurados aquellos cuya sangre y juicio están tan bien mezclados, que no son un tubo para que el dedo de la fortuna haga sonar lo que le plazca.
Bienaventurados aquellos cuya sangre y juicio están tan bien mezclados, que no son un tubo para que el dedo de la fortuna haga sonar lo que le plazca.