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De los siete días que Dios nos dio en una semana, dijo que tomáramos seis y los usáramos para nuestros asuntos. Sin embargo, pensamos que debemos tener también el séptimo. Es como alguien que, mientras viaja, se encuentra con un pobre en apuros. No teniendo más que siete chelines, la persona generosa le da al pobre seis, pero cuando el desgraciado se pone en pie, sigue a su benefactor para derribarlo y robarle el séptimo chelín.