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Probablemente ya sea muy tarde y se haya quedado leyendo este libro cuando debería haberse ido a dormir. Si es así, le felicito por haber caído en mi trampa. El mayor placer de un escritor es saber que alguien se ha quedado despierto hasta altas horas de la madrugada leyendo uno de sus libros. Los autores somos personas terribles que nos deleitamos con el sufrimiento ajeno. Además, recibimos un soborno de la industria de la cafeína.