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Cuando los niños son amados, viven de la confianza; sus bides y sus corazones se abren a quienes les respetan y les quieren, a quienes les comprenden y les escuchan.
Cuando los niños son amados, viven de la confianza; sus bides y sus corazones se abren a quienes les respetan y les quieren, a quienes les comprenden y les escuchan.