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  • No olvides, nunca olvides que me has prometido usar esta plata para convertirte en un hombre honrado.... Jean Valjean, hermano mío: ya no perteneces al mal, sino al bien. Es tu alma la que compro para ti. La retiro de los pensamientos oscuros y del espíritu de perdición, ¡y se la entrego a Dios!

    Victor Hugo (1863). “Les misérables”, p.66