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Verdaderamente, mis queridos jóvenes amigos, sois una generación elegida. Espero que nunca lo olvidéis. Espero que nunca lo den por sentado. Espero que crezca en vuestros corazones un abrumador sentimiento de gratitud hacia Dios, que ha hecho posible que vengáis a la tierra en esta maravillosa estación de la historia del mundo.