-
Era lo único que realmente quería. Y ése es el pecado que no se puede perdonar: no haber hecho lo que quería. Se siente tan sucio y sin sentido y monstruoso, como uno se siente con la locura, porque no tiene sentido, no tiene dignidad, nada más que dolor... y dolor desperdiciado... ¿por qué siempre nos enseñan que es fácil y malo hacer lo que queremos y que necesitamos disciplina para contenernos? Es lo más difícil del mundo: hacer lo que queremos. Y requiere la mayor clase de coraje.