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  • El enorme reloj lunar redondo era un molino. Agitaba todos los granos del Tiempo -los grandes granos de los siglos, y los pequeños granos de los años, y los diminutos granos de las horas y los minutos- y el reloj los pulverizaba, deslizaba el Tiempo silenciosamente en todas direcciones en un fino polen, transportado por los vientos fríos para cubrir la ciudad como polvo, por todas partes. Las esporas de ese reloj se alojaban en tu carne para arrugarla, para hacer crecer los huesos hasta tamaños monstruosos, para reventar los pies de los zapatos como nabos. Oh, cómo esa gran máquina... dispensaba el Tiempo en climas sopladores.