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Pero quizá lo más importante es que, como alguien que desea hacer algún comentario sobre la vida y los valores contemporáneos, no tengo que rebuscar en bibliotecas ni viajar a tierras exóticas para llegar a una visión de nuestra situación moderna refractada a través de la lente del mundo preindustrial, o de la perspectiva no comercializada, sin derechos, quizá sin sanear -y por tanto supuestamente más "auténtica"- del Tercer Mundo. Sencillamente, porque ese "otro" mundo, tan ajeno como si estuviera separado por siglos de distancia, es del que yo procedo.