-
El teólogo que trabaja sin alegría no es teólogo. Los rostros malhumorados, los pensamientos malhumorados y las formas aburridas de hablar son intolerables en este campo.
El teólogo que trabaja sin alegría no es teólogo. Los rostros malhumorados, los pensamientos malhumorados y las formas aburridas de hablar son intolerables en este campo.