-
La noche que cayó sobre mi indisciplinado corazón no fue más que un desinterés por todo y una tristeza profunda. Dejadme que levante la vista de ella, como al fin hice, ¡gracias a Dios! - y de su largo, triste y desdichado sueño, al amanecer.
La noche que cayó sobre mi indisciplinado corazón no fue más que un desinterés por todo y una tristeza profunda. Dejadme que levante la vista de ella, como al fin hice, ¡gracias a Dios! - y de su largo, triste y desdichado sueño, al amanecer.