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  • La creencia cobarde de que una persona debe permanecer en un lugar recuerda demasiado a la resignación incondicional de los animales, bestias de carga estupefactas por la servidumbre y, sin embargo, siempre dispuestas a aceptar que les pongan los arreos. Hay límites para cada dominio, y leyes para gobernar cada poder organizado. Pero la vagabunda es dueña de toda la vasta tierra que sólo termina en el horizonte inexistente, y su imperio es intangible, porque su dominio y disfrute son cosas del espíritu.