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La gente no deriva hacia la Santidad. Aparte del esfuerzo impulsado por la gracia, las personas no gravitan hacia la piedad, la oración, la obediencia a las Escrituras, la fe y el deleite en el Señor. Vamos a la deriva hacia el compromiso y lo llamamos tolerancia; vamos a la deriva hacia la desobediencia y lo llamamos libertad; vamos a la deriva hacia la superstición y lo llamamos fe. Acariciamos la indisciplina del autocontrol perdido y lo llamamos relajación; nos encorvamos hacia la falta de oración y nos engañamos pensando que hemos escapado del legalismo; nos deslizamos hacia la impiedad y nos convencemos de que hemos sido liberados.