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Es una mujer insensata la que espera que su marido sea para ella lo que sólo Jesucristo mismo puede ser: siempre dispuesto a perdonar, totalmente comprensivo, infinitamente paciente, invariablemente tierno y cariñoso, infalible en todas las áreas, anticipándose a cada necesidad, y haciendo una provisión más que adecuada. Tales expectativas someten al hombre a una tensión imposible