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Sostengo otro credo, que nadie me enseñó nunca, y que rara vez menciono, pero en el que me deleito, y al que me aferro, porque extiende la esperanza a todos; hace de la eternidad un descanso - un poderoso hogar, no un terror y un abismo. Además, con este credo, puedo distinguir tan claramente entre el criminal y su crimen; puedo perdonar tan sinceramente al primero mientras aborrezco al último; con este credo, la venganza nunca preocupa mi corazón, la degradación nunca me repugna demasiado profundamente, la injusticia nunca me aplasta demasiado bajo. Vivo en calma, mirando hacia el fin.