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  • Me la llevé a la cama y me apoyé con almohadas en el cabecero para que mamara. Mientras mamaba y salía la leche, empezó a cantar en voz baja y satisfecha. Sentía que la leche y el amor fluían de mí hacia ella como una vez habían fluido hacia mí. Me vaciaba. A medida que el bebé se alimentaba, yo parecía vaciarme lentamente de mí misma, como si en presencia de aquel largo flujo de amor ni siquiera el dolor pudiera resistirlo.

    Wendell Berry (2005). “Hannah Coulter: A Novel”, p.55, Counterpoint Press