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  • Ya no se habla mucho. Se hace el silencio. No es momento de hablar de setos y campos, ni de las bellezas de ningún país. La tristeza, el miedo y el odio se agolpan en el corazón y en la mente cada vez que se abren las páginas de estos mensajeros de la fatalidad. Llorad por la tribu quebrantada, por la ley y la costumbre que han desaparecido. Sí, y llora en voz alta por el hombre que ha muerto, por la mujer y los niños desconsolados. Llora, amado país, estas cosas aún no han terminado. El sol se derrama sobre la tierra, sobre la hermosa tierra que el hombre no puede disfrutar. Sólo conoce el miedo de su corazón.