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  • Al mirarlo, empecé a llorar. Tal vez fue saber que tenía que renunciar a la fantasía, la enorme fantasía que me consumía la vida, de que alguien o algo iba a hacer esto por mí, la fantasía de que alguien iba a venir a dirigir mi vida, a elegir mi rumbo, a darme orgasmos.

    Eve Ensler (2001). “The Vagina Monologues: The V-Day Edition”, p.48, Villard