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  • Cuando el sentimiento volvía, en una tormenta de color y fuerza y sensación, lo máximo que podías hacer era aferrarte a la persona que tenías al lado y esperar poder capearlo. Alex cerró los ojos y se esperó lo peor, pero no era algo malo, sino diferente. Más complicado. Dudó y luego devolvió el beso a Patrick, dispuesta a admitir que tal vez tuvieras que perder el control antes de encontrar lo que te habías estado perdiendo.

    Jodi Picoult (2008). “Nineteen Minutes”, p.308, Simon and Schuster