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Mírate los pies. Estás de pie en el cielo. Cuando pensamos en el cielo, tendemos a mirar hacia arriba, pero en realidad el cielo empieza en la tierra. Caminamos por él, gritamos en él, rastrillamos hojas, lavamos al perro y conducimos coches en él. La respiramos profundamente. Con cada respiración, inhalamos millones de moléculas de cielo, las calentamos brevemente y las exhalamos de vuelta al mundo.