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Tememos tanto a los hombres, porque tememos tan poco a Dios. Un temor cura a otro. Cuando el terror del hombre te asuste, vuelve tus pensamientos a la ira de Dios.
Tememos tanto a los hombres, porque tememos tan poco a Dios. Un temor cura a otro. Cuando el terror del hombre te asuste, vuelve tus pensamientos a la ira de Dios.