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  • Recordaba las cosas que habíamos hecho juntos, los momentos que habíamos pasado. Habría sido agradable conservar aquella camaradería en los días que vinieron después. Agradable, pero, por desgracia, imposible. Lo que nos había unido se había ido, y ahora nuestros caminos se separaban, según nuestras naturalezas y necesidades. Volveríamos a encontrarnos, de vez en cuando, pero siempre un poco más como extraños; hasta que tal vez al fin, como ancianos a los que sólo nos quedaban los recuerdos, pudiéramos sentarnos juntos e intentar compartirlos.

    John Christopher (2013). “The Pool of Fire”, p.134, Simon and Schuster