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  • El frío y el calor externos tenían poca influencia sobre Scrooge. Ningún calor podía calentarle, ningún clima invernal enfriarle. Ningún viento que soplara era más amargo que él, ninguna nieve que cayera estaba más atenta a su propósito, ninguna lluvia torrencial menos abierta a la súplica.

    Charles Dickens (1858). "Cuento de Navidad", p.3