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  • Al fin y al cabo, los chicos son sólo chicos, pero a veces las chicas parecen realmente el giro de una muñeca pálida, o el repentino movimiento de una cadera, o un mechón de pelo muy oscuro cayendo sobre una frente pecosa. No digo que sean eso. Sólo digo que a veces lo parecen, y que esos detalles (un lunar en un muslo, un rubor en toda la cara, una cicatriz de la forma y el tamaño precisos de un anacardo) son otros tantos anzuelos esperando para atraparte.