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  • Le dije: "No me toques así. No vengas a mí con esa sonrisa de crema agria. Acércate a mí como si yo valiera tu vida, la vida que hacemos juntos. Tómame como a una tortuga cuyo caparazón hay que romper, cuyo corazón es de hielo, que necesita tu calor. Ámame como a un guerrero, con sudor hasta los lóbulos de las orejas y toda tu esperanza entre los dientes. Ámame para que sepa que soy al menos tan importante como cualquier cosa que hayas querido.