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He sido un hombre afortunado. Sentir la intimidad de los hermanos es algo maravilloso en la vida. Sentir el cariño de las personas a las que queremos es un fuego que alimenta nuestra vida. Pero sentir el afecto que proviene de quienes no conocemos, de quienes nos son desconocidos, que velan por nuestro sueño y nuestra soledad, por nuestros peligros y nuestras debilidades, eso es algo todavía más grande y más hermoso, porque ensancha los límites de nuestro ser y une a todos los seres vivos.