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La señora Jennings era viuda, con una amplia herencia. Sólo tenía dos hijas, a las que había visto respetablemente casadas, por lo que ahora no le quedaba más remedio que casar a todo el resto del mundo.
La señora Jennings era viuda, con una amplia herencia. Sólo tenía dos hijas, a las que había visto respetablemente casadas, por lo que ahora no le quedaba más remedio que casar a todo el resto del mundo.