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Uno no se convierte en "disidente" porque un día decida dedicarse a esta profesión tan poco habitual. Te ves abocado a ella por tu sentido personal de la responsabilidad, combinado con un complejo conjunto de circunstancias externas. Se le expulsa de las estructuras existentes y se le coloca en una posición de conflicto con ellas. Comienza como un intento de hacer bien su trabajo y termina siendo tachado de enemigo de la sociedad.