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Durante el intermedio, se asomó al teatro para ver cómo se llenaba. Cuando estaba casi lleno y las luces parpadeaban, vio entrar a tres personas por la puerta central y se le cortó la respiración. El tiempo transcurrió mientras caminaban por el pasillo central: tres adolescentes en fila. Eran tan grandes, tan brillantes, tan hermosas, tan magníficas a los ojos de Carmen que pensó que se las estaba imaginando. Eran como diosas, como titanes. Estaba tan orgullosa de ellas. Eran benévolas y justas. Ahora eran amigos.