-
Dobló el dedo y luego lo enderezó. El misterio estaba en el instante antes de que se moviera, el momento entre el no movimiento y el movimiento, cuando su intención surtió efecto. Era como el romper de una ola. Si pudiera encontrarse en la cresta, pensó, podría encontrar el secreto de sí misma, esa parte de ella que realmente estaba al mando. Se acercó el índice a la cara y lo miró fijamente, instándola a moverse. Se quedó quieto porque ella estaba fingiendo... . Y cuando por fin lo torció, la acción pareció iniciarse en el propio dedo, no en alguna parte de su mente.