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Un funeral no es la muerte, como tampoco el bautismo es el nacimiento o la unión matrimonial. Los tres son torpes artificios, que llegan demasiado tarde o demasiado pronto, con los que la sociedad quiere registrar los rápidos movimientos del hombre.
Un funeral no es la muerte, como tampoco el bautismo es el nacimiento o la unión matrimonial. Los tres son torpes artificios, que llegan demasiado tarde o demasiado pronto, con los que la sociedad quiere registrar los rápidos movimientos del hombre.