Una cultura indígena con territorio suficiente y educación bilingüe e intercultural está en mejores condiciones de mantener y cultivar su mitología y su chamanismo. Por el contrario, la confiscación de sus tierras y la imposición de una educación extranjera, que convierte a sus jóvenes en amnésicos, amenaza la supervivencia no sólo de estos pueblos, sino de toda una forma de conocer. Es como si se quemaran, una tras otra, las universidades más antiguas del mundo y sus bibliotecas, sacrificando así el conocimiento de las futuras generaciones del mundo.